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>> Entrevista a Laia Dotras en La Vanguardia


Rosa M. Bosch entrevistó a la colaboradora del Instituto Jane Goodall España, actualmente en Bukavu, Congo.

 

Misión al corazón de África para salvar chimpancés



Los furtivos de países como Sierra Leona matan a estos animales adultos y venden las crías en los mercados locales

ROSA M. BOSCH | 02/08/2009 |

Machete en mano, Laia Dotras se abre camino como puede en la selva de Sierra Leona. Esta bióloga barcelonesa se enroló en el 2006 en su primera expedición africana; su misión consistía en hacer un censo de los chimpancés que habitan en las montañas de Loma, en el nordeste del país. Ahora se encuentra en la RD Congo. "Moverte por la jungla es duro; pasamos allí dos meses aislados, sin agua, sin luz, con parásitos, malaria...", relata. Dotras es una de las decenas de primatólogas que aparcan la comodidad de un despacho para adentrarse en territorios hostiles, lo que les seduce es el trabajo de campo. Tal como cuenta Carole Jahme en Bellas y bestias (Ateles), la mayoría de las primatólogas "han tenido suficientes experiencias espeluznantes como para escribir una colección de libros de aventuras; hacen que cualquier intrépido aventurero parezca insignificante, pero son pocas las que han escrito libros sobre sus increíbles experiencias y observaciones".

Laia Dotras, de 29 años, forma parte de una nueva generación de primatólogas que sigue los pasos de Jane Goodall, Biruté Galdikas, Dian Fossey o la catalana Magda Bermejo. "Siempre había dicho que quería ir a África a trabajar con primates, supongo que me han influenciado dos personajes, Fossey y Jordi Sabater Pi, que sigue animando a los jóvenes a que vayamos a África". La labor de Sabater Pi ha sido clave pero al hablar de primatología afloran, sobre todo, nombres de mujeres que trabajan discretamente en destinos lejanos, con los gorilas del Congo, los chimpancés de Senegal, los orangutanes de Sumatra... ¿Por qué es una disciplina en la que destacan las mujeres? "Tenemos más empatía, más capacidad para percibir los sentimientos de un primate, nos comunicamos mejor con ellos".

"Llegué a Sierra Leona en el 2006 para trabajar como voluntaria en el santuario de chimpancés de Tacugama. El día a día consistía en cuidar los chimpancés, alimentarlos y, sobre todo, intentar que cogieran confianza, que se relacionaran entre ellos para más adelante poder liberarlos en grupos en el bosque". Los furtivos causan estragos: matan a los adultos y se quedan con las crías para venderlas como mascotas en los mercados locales. "Las hembras que van con la cría a cuestas andan más despacio y son una presa más fácil para los cazadores. Primero disparan a la madre y esperan a que el resto del grupo acuda para salvar a la cría, pero cuando se acercan para rescatarla también los matan. Se calcula que por cada cría que cazan acaban con la vida de diez adultos". Además de los furtivos, los 100.000 chimpancés que se estima que quedan en libertad en África tienen que lidiar con otras importantes amenazas: la pérdida de hábitat y las repercusiones de la explotación de las minas de coltán y de diamantes. "Las empresas abren caminos para llegar a las minas que facilitan el acceso al corazón de la selva de los gorilas y chimpancés, antes inaccesible; además, los trabajadores se alimentan de la carne de los animales salvajes".

Tan importante como cuidar de estos primates es sensibilizar a la población del Congo o de Sierra Leona de que les sale más a cuenta conservar su rica biodiversidad. "Los niños de la zona de Tacugama me preguntaban: "¿Y en Barcelona no tenéis chimpancés?' Para ellos es un animal corriente, como para nosotros puede ser un jabalí. No los valoran, aprecian mucho su carne porque la encuentran deliciosa y creen que cura enfermedades". En Sierra Leona, Dotras iba de escuela en escuela explicando a los niños la importancia de conservar sus bosques; en los últimos años se ha talado el 90% de la selva virgen del país. Tras año y medio en Sierra Leona, Laia Dotras podía comunicarse con la población en la lengua mayoritaria, el krio. De hecho allí la llamaban Musu, nombre krio que significa niña, pues Laia, en krio, quiere decir embustera. Para evitar bromas y malentendidos, fue Musu durante su año y medio en Sierra Leona que culminó con la expedición a las montañas de Loma, donde vio búfalos, leopardos, antílopes, hipopótamos pigmeo..., pero pocos chimpancés. "Era un proyecto del Banco Mundial para hacer un censo de grandes primates, pero en dos meses sólo divisé doce chimpancés, se escondían, aunque contabilicé 600 nidos. Es una zona de furtivos, encontré muchos casquetes de bala".

Tanto en Sierra Leona como en la RD Congo, su actual destino, los chimpancés están protegidos por ley pero eso no frena a los furtivos. "En Sierra Leona piensan que pueden tener a los chimpancés en casa para que les ayuden en las tareas domésticas. Los que rescatamos llegan malnutridos, con hongos y parásitos, heridos, atados a cadenas....". Laia Dotras comenta que, según los cálculos de las organizaciones conservacionistas, dentro de diez años podrían extinguirse todos los chimpancés en libertad debido a la presión de los cazadores y a la deforestación. Por eso considera tan importante cuidar a los chimpancés como emprender campañas de educación ambiental como las que ha desarrollado con el Instituto Jane Goodall. Hace unas semanas llegó al santuario de Lwiro de la RD Congo, dirigido por la veterinaria catalana Carme Vidal. Este centro alberga los chimpancés decomisados –actualmente 42– por las autoridades congoleñas. Allí también es necesario reforzar la labor educativa, aunque poco a poco el mensaje va calando. "Las mujeres de los cuidadores de Lwiro se han dado cuenta de la importancia del trabajo de sus maridos y han formado un grupo que cultiva frutas y verduras para los chimpancés". Es un primer paso para concienciar a los habitantes de este rincón de África que han vivido inmersos en la pobreza y en sangrientas guerras. Hasta ahora la protección de los animales no ha sido la prioridad de los congoleños y se sorprenden que un grupo de occidentales mantengan un santuario de primates en un entorno social tan complicado. El de Dotras y otros tantos voluntarios es un trabajo a largo plazo, pero la defensa de las especies protegidas debe ir pareja a la lucha por la erradicación del hambre.

 




05/08/2009
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