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En el #DíaDelOrangután, di #NoAlAceiteDePalma para salvar la especie de la extinción


El oragután es el segundo primate de mayor tamaño, solo superado por el gorila. Habita en los bosques tropicales de las islas de Borneo y Sumatra y su nombre proviene del término malayo Orang Hutan, "hombre de la selva". Sin embargo, su población está en un continuo declive. Se trata de seres inteligentes y tímidos que escogen habitar en bosques espesos, por lo que es complicado establecer el número total de ejemplares en libertad. Sin embargo, estudios recientes (Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig) aseguran que, durante las últimas cuatro décadas, entre dos mil y tres mil orangutanes han muerto cada año debido a la pérdida de hábitat, lo que supone más de la mitad de la población en tan solo cuarenta años. Si estas cifras se mantienen, se estima que la especie se acerque irremediablemente a la extinción en los próximos cincuenta años. 



Se estima que en Borneo viven en libertad unos 54.000 orangutanes y, en Sumatra, unos 6.600. La lista roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) sitúa al orangután como especie en peligro crítico de extinción, con el agravante de mantener una tendencia poblacional en descenso.

¿Por qué están desapareciendo los orangutanes?

Como en la mayoría de los casos, el proceso de declive de los orangutanes se debe a un cúmulo de factores: la pérdida de hábitat, la caza ilegal para el consumo de carne, los incendios descontrolados para la creación de tierra de cultivo, la falta de conciencia de la población humana, el cambio climático... Pero, sin duda, la mayor amenaza actual para la supervivencia del orangután es la deforestación y fragmentación de su entorno como consecuencia de la extracción del aceite de palma. 

El aceite de palma

En Borneo, unos 10.000 orangutanes de los 54.000 que se estiman en estado salvaje habitan en zonas forestales dedicadas a la extracción de aceite de palma. Esta industria en auge fomenta la deforestación del hábitat de estos primates, situación que se verá agravada si se convierten de forma permanente en plantaciones de aceite de palma. 
El consumo este producto alcanzó en 2015 la cuantía de 61,1 millones de toneladas, por lo que es el aceite más consumido del mundo. China, India, Indonesia y la Unión Europea son los mayores consumidores, pero dependen de la importación. Del total de producción global de aceite de palma, el 53% proviene de Indonesia y el 32%, de Malasia, hábitat de los orangutanes. Pese a estas colosales cifras, se estima que la demanda de aceite de palma siga aumentando de la mano del crecimiento demográfico y la prosperidad económica de países como China e India, por lo que se prevee que la producción crezca un 25% para el año 2020 (según datos de la European Palm Oil Alliance).

                                                                         

España importa unos 555.000 toneladas anuales de aceite de palma para gran variedad de usos. El 54% se emplea para la elaboración de cosméticos y el 46% se destina a biodiésel, ya que su uso en alimentación se ha visto salpicado por la polémica. Debido a su alto contenido en grasas saturadas, entidades como la OCU recomiendan sustituírlo por aceite de oliva o de girasol, considerados más saludables. Incluso se ha llegado a relacionar el consumo de aceite de palma con el incremento del colesterol, patologías hepáticas, pulmonares, renales e incluso cancerígenas, por lo que algunas cadenas de supermercados han planteado la retirada del aceite de palma de sus marcas blancas. 

Sin embargo, el mayor peligro del comercio del aceite de palma es el impacto medioambiental que genera. La extracción de este producto es señalada como la causante de deforestación, la emisión de altos niveles de dióxido de carbono por la quema de restos orgánicos, la disminución de la biodiversidad, la fragmentación de los bosques y, en general, la destrucción del hábitat de orangutanes, gibones, rinocerontes, tigres y demás fauna autóctona. Cabe resaltar también que, debido a su rentabilidad económica, el cultivo de Elaeis guineensis, la palma aceitera, se está extendiendo de forma alarmante por África, amenazando a la fauna del entorno, entre la que se encuentra el chimpancé. 

                                                                      

¿Qué puedo hacer para solucionarlo?

Como consumidores/as, tenemos en nuestras manos fomentar o no el negocio del aceite de palma. Actualmente, cerca del 50% de los productos procesados que encontramos en los supermercados cuentan con el aceite de palma entre sus ingredientes, ya que su producción es extremadamente barata. Sin embargo, detrás de su extracción hay otra historia de deforestación, destrucción y explotación laboral

Existe una Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible que otorga un sello de calidad a las empresas comprometidas con ciertos criterios de sostenibilidad en la extracción del aceite de palma. No obstante, se trata de un compromiso a corto-medio plazo, por lo que no garantiza que el producto se ajuste a los criterios actualmente, sino que está en un proceso de ajuste llegar a cumplirlos. Por ello, la mejor manera de contribuir a frenar la deforestación de los bosques de Borneo y Sumatra es rechazar los productos elaborados con aceite de palma.

                                                                     

Los orangutanes son animales resistentes y con gran capacidad de adaptación, pero su ciclo reproductor es muy lento, ya que, en el mejor de los casos, una hembra da a luz cada seis u ocho años. Por otro lado, se estima que 45.000 orangutanes podrían desaparecer en los próximos 35 años exclusivamente por la pérdida de su hábitat. Por eso, hoy celebramos el #DíaDelOrangután y decimos #NoAlAceiteDePalma.

 

17/08/2018
web IJG
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