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Mensaje de esperanza de la Dra. Jane para 2018


Mientras se recupera en casa, Jane nos regala sus reflexiones antes de volver a partir

Compartimos aquí una carta de la Dra. Jane Goodall, escrita muy temprano la última mañana de 2017, reflexionando sobre lo que siente de cara a 2018:

     
           Foto: XL Semanal

 
"El 23 de diciembre finalmente retorné a casa (llamada  "los Abedules", el hogar donde crecí en Bournemouth, en el sur de Inglaterra, donde mi hermana vive con su familia y donde reposo entre los viajes por todo el mundo) después de más de dos meses de tour sin descanso. Esto significa aviones, aeropuertos, hoteles, conferencias, encuentros y más. Fue una loca programación que me llevó durante ese periodo de tiempo a Osaka y Tokio en Japón, muchas ciudades de Estados Unidos y Canadá, Buenos Aires en Argentina y varios países europeos – Londres por los eventos del IJG, Viena por nuestro encuentro IJG-Global bianual y luego las conferencias, medios y otras cosas organizadas por los IJG de Bélgica y Alemania en Bruselas, Dusseldorf y Munich. En Munich usé unas botas prestadas que eran demasiado grandes, me tropecé en una helada estación de trenes y el peso de mi cuerpo cayó sobre una de mis rodillas, ¡vaya dolor! Estuve cojeando en Kuala Lumpur, volví a San Francisco y a Los Ángeles para tres funciones del documental “Jane” de National Geographic, creado en colaboración con el Instituto Jane Goodall (y que tiene posibilidades de ser nominado a un Oscar).

En Los Ángeles, después de una exitosa función organizada por Leonardo DiCaprio, finalmente me obligaron a ir a un médico para revisar mi rodilla y descubrieron que me había fracturado la rótula. Lo único positivo es puedo descansar en casa hasta el 17 de enero para que mi rodilla se sane- si es que tengo cuidado. Y debo ser cuidadosa o si no, el doctor me dijo seriamente que tendría que someterme a una cirugía, lo cual me mantendría fuera de las actividades por un par de meses, ¡y definitivamente no hay espacio para eso en mi programación del 2018!

Mientras escribo esto, comienza a amanecer. Afuera hace frío, el día está gris, húmedo y ventoso. Ha sido así durante todas las vacaciones de Navidad. Y he estado pensando en los eventos del 2017. Para mí y la mayoría de los Institutos Jane Goodall del mundo, fue un año con muchos logros. Es cierto que la agenda estuvo muy cargada, pero cada uno de los eventos salió bien.

Por otro lado, para mucha gente en el mundo, el 2017 trajo dificultades y sufrimientos, por los huracanes, inundaciones, sequías e incendios forestales provocados por el cambio climático, causando que algunos pierdan sus casas, sus posesiones e incluso familiares y amigos.  El cambio climático ha originado que muchos migren de ambientes cada vez más hostiles. Hay otros cientos de miles de refugiados huyendo de la violencia, la guerra y los genocidios. Y un horrible número de personas que son víctimas de la violencia doméstica. Sigue habiendo pobreza y hay un aumento del número de personas sin hogar, y millones, incluyendo niños, sometidos a la esclavitud moderna.

También hemos infligido un sufrimiento inimaginable a miles de millones de animales en las granjas industriales, los sometidos al tráfico de especies silvestres y a pruebas médicas o farmacéuticas. Y no olvidemos la impactante destrucción producida por la deforestación, la contaminación de los océanos, la devastación causada por la insostenible demanda de los limitados recursos del planeta Tierra, el desmonte de tierras para el “desarrollo” y la agricultura industrial con sus pesticidas químicos, herbicidas, fungicidas y fertilizantes. La pérdida de biodiversidad, el incremento del número de animales y plantas en peligro de extinción.  Un escenario desalentador y deprimente. La lista es interminable.

Pero mientras estaba pensando en todo esto, un pequeño petirrojo, con su colorido pecho rojo, voló hasta el comedero de aves junto a mi ventana. Apenas podía verlo en la incipiente luz de la mañana. Antes de comer, se puso a cantar con todas sus fuerzas. Su exquisito y encantador canto me llegó al alma. Me di cuenta entonces de que, de algún modo, era un mensaje recordándome que hay mucho por lo cual luchar en el mundo. Muchas cosas que son hermosas, mucha gente maravillosa que trabaja para revertir el daño, para ayudar a aliviar el sufrimiento. Y mucha gente joven dedicada a hacer de este mundo un lugar mejor. Todos “conspirando” para inspirarnos y darnos esperanza de que no es demasiado tarde para cambiar lo que está mal, si cada un@ de nosotr@s hace su parte. Con sus pequeños ojos brillando a la luz de la lámpara de mi mesita de noche, el petirrojo me miró a través de la ventana antes de partir. Él había hecho su parte, reavivando en mí la esperanza que conduce a la acción. Me preparó para los desafíos que me esperan.

Así que este es el mensaje que quiero compartir con vosotr@s ahora, con la esperanza de que a lo largo de 2018 recibamos la energía de la belleza que nos rodea, y en lugar de desanimarnos y sentirnos impotentes ante la ignorancia y la maldad, nos veamos fortalecidos por la bondad y el amor que también está en todas partes. Así seremos capaces de usar el don de nuestras vidas para hacer del mundo un lugar un poquito mejor, cada día.
Y por cierto, debemos hacernos tiempo para disfrutar, divertirse ¡y reír!
Os deseo a tod@s vosotr@s un gratificante 2018 lleno de logros.
Con amor,
Jane"

04/01/2018
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